¡ SALVEN AL GUALEGUAY !

Reproduzco aquí un artículo escrito por mí el domingo 24 de enero de 1999, publicado en el diario "Hora Cero", de Paraná, Entre Ríos. 

En esa época y durante unos seis meses todos los domingos se publicaba, en una página entera, un artículo mío, sobre temas de ecología, escribiendo en calidad de columnista invitado.

Decía así:


En defensa del principal río entrerriano

¡ SALVEN AL GUALEGUAY !

Desmontes, represas y agroquímicos lo están dejando sin agua, ni peces, ni pájaros, ni futuro. Los pobladores de su cuenca están dispuestos a luchar por él.


El afán de privatizar todo, de comerciar con todo, los intereses cortoplacistas de los empresarios, los intereses aún mas cortoplacistas de la clase política, jugando con las necesidades angustiosas y perentorias de un pueblo condenado a vivir con moneditas, hacen que una grave amenaza  se cierna sobre el río Gualeguay. Y sobre toda su cuenca. Y sobre todos los ríos y arroyos entrerrianos.

La rica hidrografía provincial está en la mira del fusil de los codiciosos de siempre. Aquellos cuya ideología de "todo para mí, nada para vos", llevó al planeta a la encrucijada en que hoy se debate con pronóstico reservado. Muy reservado.

Lamentablemente ya se apretó el gatillo. Ley de Aguas mediante. Ley que desprecia el valor biológico de arroyos y ríos. Que permite la apropiación privada de lo que es de todos. Que privilegia a los eternos privilegiados. Y desprotege al eterno desprotegido, el pueblo, solo tenido en cuenta antes de las elecciones.

Ataque al corazón

Desde Villaguay, en el centro mismo de la provincia, se lanzó al mundo un pedido de auxilio, reclamando que salven al río Gualeguay.

El detonante, la gota que rebalsó el vaso, fué el desembarco, en el corazón provincial, de una empresa extranjera que adquirió un campo de varios miles de hectáreas a pocos kilómetros de Villaguay, y, topadora mediante, lo está preparando para cultivar arroz.

Vuelan por los aires el monte nativo, los ñandubay, los algarrobos, los espinillos, los quebrachos, los gatos monteses, los yacarés, las tortugas, los carpinchos, las garzas, contraviniéndose normas vigentes. Y presuntamente amparados, aunque sea moralmente, por la discutible Ley de Aguas, han cortado, con un terraplén, el arroyo El Tigre en su desembocadura en el Gualeguay. La Barra del Tigre, lugar de gran valor arqueológico y de vital significación para los villaguayenses.

Pueblo jaguar

Al igual que los indomables charrúas, que fueron así llamados por su reacción ante la agresión genocida que sufrieron en esos mismos pagos, así, los vecinos de Villaguay se agruparon ante el atropello, dispuestos a resistir, como un felino acorralado.

Docentes, agricultores, amas de casa, profesionales, estudiantes, obreros, empresarios, periodistas, jóvenes y viejos, sin distinciones partidarias se reunieron para defender lo suyo. Con el apoyo de centenares y centenares de otros vecinos afectados y doloridos piden que las actividades productivas se realizen en forma armónica con la naturaleza, no agotando la tierra y el agua. Que se respete la vida silvestre. Que se respete el paisaje que los vió nacer y crecer.. Que se respete su patrimonio cultural. Que no se toque mas el monte nativo ni su fauna. Que especialmente se respete el río Gualeguay.

Quien quiera oir ...


Y a los políticos entrerrianos les imploran que por favor consulten a su pueblo antes de permitir estos atropellos. Y advierten que en el "corazón de Entre Ríos" ya hay demasiada impotencia, demasiada indignación, ante tanta impunidad, ante tanta burla a los intereses de todos, ante tanta avaricia destructora de identidades. Y que esperan que los representantes del pueblo trabajen en defensa de ese pueblo. Pero aclaran que no van a esperar demasiado ... sino lo estrictamente necesario. Y que cuentan con la fuerza de saber que cada vez son mas quienes se sienten atropellados, abusados y decididos a exigir que se los respete, en su paisaje, en su cultura, en su historia, en su naturaleza, pisoteada para llenar bolsillos ajenos.

Ley de no agua

Hace poco se sancionó una ley llamada " de Aguas ", diseñada para tender las necesidades de la producción de arroz, regulando el uso y manejo del agua superficial - léase ríos y arroyos - y subterránea. Su principal objetivo: autorizar la captación de las aguas superficiales y la formación de represas para riego. Represas que se vienen construyendo desde antes de la ley y restringen el uso, no solo de los propietarios aguas abajo, sino que privan de su uso a todos los entrerrianos. Sin mencionar la destrucción del ecosistema sustentado por ese arroyito y río represado. Que por pequeño que sea, implica la destrucción de vida natural, sumándose ese impacto negativo a los de otros casos similares.

De cualquier forma, esto no es tenido en cuenta por la ley, hecha a medida de los intereses de un grupo minoritario que se quedará con los beneficios de la privatización de la hidrografía provincial y repartirá los perjuicios entre todos los entrerrianos.

Esta ley tampoco tiene en cuenta que los ríos y arroyos no son solo agua que corre, sino también son productores gratuitos y permanentes de vida animal, vida vegetal, oxígeno, agua dulce, cultura y belleza. Pero es claro. Poco puede esperarse de una ley que legisla en el aire, sin estudios serios y profundos sobre las aguas superficiales y subterráneas de Entre Ríos. Que no establece claramente la realización de estudios de impacto ambiental ante obras de la importancia de las previstas. Que no tomó en cuenta el asesoramiento de especialistas del Instituto de Derecho Ambiental del Colegio de Abogados de Entre Ríos. Que no cuenta con bases racionales técnicas ni económicas, lo que la transforma en meramente utilitaria. Y que no resolverá problemas, sino que los creará. Y que, aunque usted no lo crea, está siendo tratada desde fines de la década pasada en la legislatura provincial.

El villano de la historia

Es poco lo que puede hacer una ley enmarcada en un modelo de desarrollo económico que lo único que ha logrado es devastación ambiental, desintegración social, avasallamiento cultural, pérdida de identidad, fragmentación territorial y arrasamiento de tradicionales modos de trabajar y de vivir.

Situación que bien la conocen los excluídos del sistema, los pequeños agricultores que deben resignarse a perder sus campos, los gobiernos de las ciudades que ven impotentes llegar desde el campo, oleadas y oleadas de hombres sin trabajo, sin esperanzas y sin futuro, para integrarse a los cordones de miseria que rodean los centros urbanos.

Es decir que es posible que los ribereños del Gualeguay deban decirle chau al río, en la medida que leyes como la comentada avalen represas, acueductos, canales y demás delirios de los promotores de este desarrollo humanamente insustentable que nos toca padecer.


Quebracho y arroz


Lo único que enseña la historia, es que la historia no enseña nada, dicen algunos pesimistas. Pero algo debe haber de cierto, ya que el tratamiento salvaje de un recurso natural, en este caso el agua, para beneficio de unos pocos tiene muchos antecedentes.



Así, en Santa Fe, la explotación de  centenarios bosques de quebracho prometió un desarrollo que "sedujo" a la clase gobernante. Pero el espejismo duró pocas décadas y cuando el último quebracho fué desmenuzado, convertido en tanino o durmiente de ferrocarril, solo quedó un desierto infértil, mísero e inundable. Y una situación social que la provincia de Santa Fe debe subsidiar para que no estalle la miseria. La "socialización de costos" que mencionábamos mas arriba.

Formidable aliado

De cualquier manera, la gente que se movilizó para defender el "Río de los brujos", y que se agruparon con el magnífico nombre de "S.O.S. Villaguay" cuenta con la invalorable ayuda del artículo 41 de la Constitución Nacional que dice: "Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras (...) Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica ..."

Mal que les pese a muchos, es nuestra ley fundamental y será cuestión de hacewrla cumplir hasta sus últimas consecuencias. Y para esta lucha, el pueblo de Villaguay cuenta, con seguridad, con el apoyo de la mayoría de los entrerrianos.


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